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21.4.11

Parece que desde que Iker Casillas cogió el brazalete de capitán en la selección y en el Real Madrid los títulos caen por su propio peso. El último que le faltaba y del que ya puede presumir en sus vitrinas es la Copa del Rey, un título que a principios de temporada era un sueño por cumplir.


Desde primera hora del día se respiraba a partido importante. Todo el mundo estaba pendiente de Valencia y de lo que allí iba a pasar esa noche. Todo el mundo hacía planes para ver la final en casa de algunos amigos, bares o pantallas gigantes. La fiesta del fútbol español sigue siendo una auténtica fiesta del fútbol. Entre el incienso y los pasos de las procesiones se colaba algún comentario sobre el partido.

El once del FC Barcelona solo presentaba el cambio de Puyol y la esperada presencia de Pinto en la portería respecto al partido del sábado. Los once elegidos fueron: Pinto, Alves, Piqué, Mascherano, Adriano, Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro, Messi y Villa.
El Real Madrid por su parte daba la titularidad al deseado Ozil pero Pepe seguía en el centro del campo con Xabi Alonso, el sacrificado fue Benzema, lo que hizo que el Real Madrid no jugara con un 9 puro y si con un Cristiano Ronaldo de falso nueve. Casillas en la portería, Arbeloa, Ramos, Carvalho, Marcelo, Pepe, Xabi Alonso, Khedira, Di María, Ozil y Cristiano.

Uno de los momentos esperados era la interpretación del himno y la reacción de ambas aficiones. Ya se conocía que el himno iba a sonar todo lo alto posible para neutralizar posibles pitos. Entre el himno, pitos y tarareos se convirtió en un ruido total y absoluto en el que no se distinguía el más minino sonido.


La primera parte fue totalmente para el Madrid, sin descuidar la labor defensiva característica de Mourinho tenía las mayores oportunidades para adelantarse en el marcador. El FC Barcelona parecía agazapado en su campo sin saber qué hacer. Casillas apenas intervino y parecía que no se había presentado al partido.

El Barcelona había perdido el control del balón y no sabía cómo jugarle a un Real Madrid que llegaba a su portería cada vez con más peligro. El FC Barcelona del pasado sábado nada tenía que ver con el de la final de la Copa al igual que el Real Madrid parecía totalmente diferente, con más ataque y atentos en defensa.

El partido se volvía muy marrullero y con una gran presencia de faltas. El Barça era un quiero pero no puedo desquiciado por las faltas del Real Madrid y el Madrid tenía el partido donde quería, sin dejar jugar al Barcelona a base de faltas. Algún conato de tángana se vivió en la primera parte pero que no llegó a mayores.

Jugadores importantes para el Barcelona como Iniesta parecían desaparecidos en combate y el equipo se resentía totalmente. Cuando uno de los mejores del equipo dando pases de gol no está el equipo le echa en falta y más en una final. Aunque en el Madrid también tuvo ausencias dentro del campo. Di María salvo algunas ocasiones tampoco parecía que estuviera en el campo.

El Real Madrid hizo un gran trabajo físico durante toda la primera parte pero no consiguió rentabilizarlo adelantándose en el marcador. Pepe en los últimos minutos tuvo la gran oportunidad al rematar un balón de cabeza que golpeó en el palo derecho de Pinto.

En el descanso se produjo un cambio de papeles. El Real Madrid perdió el control del partido y las ocasiones eran continuamente para el FC Barcelona. Una oportunidad tras otra se acercaban con más peligro a la portería de un Casillas muy seguro debajo de los palos.

El Madrid necesitaba meter a un nueve para que convirtiera alguna de las ocasiones de gol y jugadores como Ozil y Di María estaban en reserva totalmente fundidos. En el minuto 68, el árbitro Undiano Mallenco anula un gol del FC Barcelona, concretamente de Pedro, por fuera de juego que aunque era por escasos centímetros el linier estuvo realmente acertado.

Justo después el 9 que necesitaba el Real Madrid salía al campo. Adebayor entraba en sustitución de Ozil. El partido era un ida y vuelta continuo, una ocasión del Real Madrid era contestada con una ocasión del FC Barcelona. En los últimos minutos eran continuas las contras de equipo blanco como un acto desesperado para no ir a una prórroga casi asegurada.

Llegó la prorroga, las energías ya estaba en mínimos, el FC Barcelona no había ningún cambio y al Real Madrid todavía le quedaban 2. Granero entro por Khedira en el 103 y Garay por Carvalho lesionado en el 118. En el Barcelona Afellay entro por Villa, que ya lleva 11 partidos sin marcar, en el 105, Keita por Busquets en el 107 y Marxwell por Adriano en el 118 que también tenía problemas físicos.

En el minuto 102 de partido solo se oyó un grito. El de los miles de madridistas gritando el gol de Cristiano Ronaldo. Un cabezazo mandado por Di María. El portugués se elevó más que su defensor, Adriano, y Pinto nada pudo hacer más que ver como el Madrid se ponía por delante en el marcador y con gran porcentaje de llevarse el título.

El FC Barcelona no aguantó la segunda parte de la prórroga. Estaban demasiado cansando evidenciando uno de los problemas que tiene el equipo. La plantilla corta en estos momentos de la temporada es donde más se nota. A la desesperada el Barça intentaba que el título no se le escapara y por lo menos forzar los penaltis pero no lo consiguieron.

En los últimos suspiros del partido Di María fue expulsado por doble tarjeta amarilla y solo hubo una oportunidad más del Barcelona de poner el empate que nunca llegó.

Con el pitido final los blancos hicieron suyo el estadio de Mestalla y comenzó su fiesta. Los del Barcelona aguantando el tipo recogieron su premio de consolación y más no pudieron hacer. La fiesta era blanca.El protocolo con los trofeos fue el de siempre. Primero los árbitros, después el equipo perdedor y después lo ganadores. Uno a uno los jugadores y técnicos del Real Madrid fueron recibiendo su medalla y su réplica en miniatura de la copa. El último el capitán, Casillas, se fundió con un cariñoso abrazo con el Rey y con la Reina olvidándose de cualquier protocolo. Se subió a la repisa que les separaba del palco ayudado por el Rey que no le soltó por miedo a que se cayera y con una sola mano levantó una copa que no es precisamente ligera.

Después la fiesta en el campo y camino a Madrid donde la Cibeles ya estaba más que acompañada por miles de madridistas que ya celebraban su título. La anécdota de la noche tuvo la firma de Sergio Ramos. Cuando llegaban en el autobús descapotable a la Cibeles se le cayó del autobús y fue atropellada. A partir de ese momento la copa desapareció de todas las celebraciones debido a los daños que habría sufrido.

Ahora ya solo queda pensar en la Champions y en los dos Barcelona-Real Madrid que quedan.



Fotografías: as.com, marca.com, rtve.com


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